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lastre desplazado por el viento llevado hacia abajo o hacia arriba ya no más, no más que estoy ahogada la repulsión hacia lo común se acentúa la intención de seguir disminuye palpo lo impalpable, en un espejísmo de cuerpos que se revelan  de dentro hacia afuera puedo sentir el alma quiero tocar su alma cuerpos que mutan en demonios no son más que la veracidad de lo que somos: siluetas egoístas corazones inservibles mentiras encapsuladas violencia disfrazada de preocupación satisfacción disfrazada de amor aún más mentiras, que florecen con el tacto monstruos en dos piernas cubiertos de piel llamándose humanos no sentimos, creémos que sentimos nos ofende nuestro egoísmo y lo cubrimos con falacias pero en la certeza está que decidimos amar    (solo y únicamente) porque gozamos ser amados caminamos la vida esperando morir y, en nuestra estupidez, morimos esperando     (o temiendo)  el seguir viviendo. es que no entendemos nunca que no hay nada más que e

¿Cómo no amarlo?

No hablemos más de amor, no hace falta. No profanemos el amor con el idioma que se desliza por tu boca cuando mientes, engañas y rebajas a la gente; no con la misma boca con la que le hiciste promesas a otro; no cuando tu corazón está en controversia con lo que dices. Hablemos de amor con un lenguaje distinto; sin a, sin m, sin o, sin r; sin cartas escritas a mano que apaguen el amor desde lejos. No me hables del amor, háblame con amor. Con besos y caricias en los lugares correctos, y recorridas sobre el valle de tu cintura. Yo te hablaré como no hablé de nadie, te explicaré el amor como nunca nadie lo ha hecho. Prometo que me recordarás en cualquier rincón en el que hables de amor.

Simplemente, ella.

Antes de comenzar a leer la entrada, les tengo una recomendación musical. Es esta canción, que colorcaré acontinuación, llamada O' Children ejecutada por Nick Cave, la cual me gustaría que leyeran conjuntamente con lo escrito :). http://youtu.be/MQL5zdEy-3k Sombras, o recuerdos que llevan su nombre, con lugares y momentos difusos se arrastran dentro de mí, atascados en mi mente, como aquel beso de aquellos enamorados que quedó vagando en el 'será luego'. Poesía, al disfrutarla en mi mente. Ella es música, es arte, es belleza en toda su expresión. Satisfacción, al imaginarme su cuerpo vestido de piel desnuda, con una tierna expresión que, sin palabras, suplica caricias. Y mis manos recorriendo los espacios olvidados de su cuerpo. Eternidad así cada hora pasaba sin tenerla, recordándole, sin hacerle justicia a su belleza. Cervezas y cigarros y noches de desvelos y silencios dolorosos con un leve llanto de fondo. Todos a su nombre. Y es que

Y si nos confesamos.

Te necesito, amor, te necesito. Te necesito como esa dosis  de amor recomendada. Te necesito más que el cielo a las estrellas, la luna, el sol. Te necesito como quién está perdido y necesita un mapa; como quien está solo  y necesita a ese 'alguien' a su lado. Te necesito más que al aire que respiro, porque si te tengo a ti, el aire me sobra. Te necesito tanto como te quiero y te quiero tanto como te espero; porque si te tengo nada me falta y lo que me falta  no lo necesito,  amor, no lo necesito. Tu imagen está en mi mente como malaventurados en los bares,  buscando en ambos lugares sustancias  que te hacen olvidar el mundo. Porque tú eres quien completa  esta mitad lastimada que se hace llamar humano. Y tú eres el precio que he tenido que pagar en esta vida, pero no me importaría pagarlo mil veces ni repetirlo mil vidas. Porque te necesito, amor, te necesito.

Ambigüedad.

Un deseo, un impulso. Tal vez algo distinto, pero parecido. Todo se veía alrededor cómo una nada, como un todo que iba absorbiendo hasta la más mínima cosa. No sabía que sucedía, pero me sentía completo, así que no me importaba. Pudieron haberme estado cortando los pies, o asesinado a cada integrante de mi familia, pero yo estaba tranquilo, y eso me bastaba. Fragmentos de recuerdos, algunos espeluznantes y otros maravillosos, abordaban mi mente en diminutos intervalos de tiempo. Por un lado me atormentaban, por otro me confundían. Aún así, yo estaba feliz. Un respiro, que no es respiro; un suspiro; que se pierde en el aire; un sonrisa, que nadie ve, porque todos le temen.  Tal vez sea cosa del destino, tal vez sea una decisión tomada de manera subconsciente. No lo sé. Nunca lo sabré. Lo cierto es que hasta ahí llegó todo. Abordé el avión que me llevaría a ese triángulo de las Bermudas en el que solo podría estar yo. Tal vez hoy, tal vez mañana; aunque confieso que no tengo noción d

Reflejos escondidos: epílogo.

Subí las escaleras, tomándome todo mi tiempo, mientras tarareaba la canción de cuna que me cantaba mi madre todas las noches, me gustaba tanto como una película de terror a un niño de 3 años. "Sleep my little Katty dream with daddy and with your mommy until the morning." Pasé primero por su habitación, lo dos estaban flotando sobre un mar rojo que desbordada hacia todas las direcciones. Me acerqué a ellos y les di, a cada uno, un beso de buenas noches. Su expresión me dejaba ver que no les había gustado mi beso, eso me molestó, así que me fui de allí, dejándolos solos en su descanso. Quise ir a visitar la habitación del muñeco. Estaba en su cuna, la cuál tenía un extraño diseño de manchas rojas que iban desde ella hasta la pared y el piso, me miraba con los ojos muy abiertos, como si no entendiese lo que pasaba. Froté su pequeña cabeza, y no precisamente con cariño, y le di un beso en ella. "Buenas noches, hermanito " le susurré al muñeco de por

Reflejos escondidos.

"Pum, pum, pum...!" Como sonido de fondo. Estaba aterrada, no sabía en donde esconderme. Hace un rato había escuchado los tres gritos más espeluznantes de mi vida, por supuesto que pertenecían a la otras tres personas que vivían en mi casa: mi padre, mi madre y mi pequeño hermano.  Lloraba desconsoladamente, sabía que habían muerto, ¿cómo podía lidiar, una niña de 12 años, con todo esto? pero no tenía tiempo de entrar en pánico, ya venía por mí. Estaba muy confundida, no sabía a donde huir, pero sabía que no podía quedarme ahí. "Pum, pum, pum...!" Escuché sus pasos otra vez, y me decidí por hacer lo primero que pasó por mí mente en ese momento: correr. Salí del closet en el que estaba escondida y me dispuse a bajar las escaleras. "Pum, pum, pum...!"   Escuché sus pasos otra vez. Giré mi cabeza en todas las direcciones y no vi nada así que bajé las escaleras aceleradamente, tropezando un par de veces. Estaba hecha un manojo de nervios, mie