Reflejos escondidos.
"Pum, pum, pum...!" Como sonido de fondo. Estaba aterrada, no sabía en donde esconderme.
Hace un rato había escuchado los tres gritos más espeluznantes de mi vida, por supuesto que pertenecían a la otras tres personas que vivían en mi casa: mi padre, mi madre y mi pequeño hermano.
Lloraba desconsoladamente, sabía que habían muerto, ¿cómo podía lidiar, una niña de 12 años, con todo esto? pero no tenía tiempo de entrar en pánico, ya venía por mí.
Estaba muy confundida, no sabía a donde huir, pero sabía que no podía quedarme ahí. "Pum, pum, pum...!" Escuché sus pasos otra vez, y me decidí por hacer lo primero que pasó por mí mente en ese momento: correr.
Salí del closet en el que estaba escondida y me dispuse a bajar las escaleras. "Pum, pum, pum...!" Escuché sus pasos otra vez. Giré mi cabeza en todas las direcciones y no vi nada así que bajé las escaleras aceleradamente, tropezando un par de veces.
Estaba hecha un manojo de nervios, miedo y frustración. Solo me quedaba salir, huir de ahí.
Empecé a caminar hacia la puerta con sigilo para evitar crear sonido alguno. "¡Pum, pum, pum...!" Escuche sus pasos otra vez. Retrocedí con miedo hasta topar con algo, asustada, me di la vuelta lentamente.
Estaba ahí, lo veía, me fui alejando, un poco confundida por la expresión inteligible en su rostro. Paré en seco al darme cuenta que no era un 'él', era un 'ella', y peor aún, era una niña, de más o menos mi edad.
No sabía qué hacer, estaba ahí parada ante mí, con aspecto aparatoso, la sangre de mi familia en todo el cuerpo, cabello despeinado y un cuchillo en la mano.
Iba a matarme.
Pero de pronto lo sentí y entendí todo. El cuchillo cayó de mis manos y pude observar mi apariencia: estaba llena de sangre, sucia y con la bata rasgada.
Subí la mirada, hice un movimiento con mi mano derecha y ella también lo hizo.
Lo que estaba ante mí era un espejo.
No había nadie más en la casa aparte de mí ... o a menos no alguien vivo.
Hace un rato había escuchado los tres gritos más espeluznantes de mi vida, por supuesto que pertenecían a la otras tres personas que vivían en mi casa: mi padre, mi madre y mi pequeño hermano.
Lloraba desconsoladamente, sabía que habían muerto, ¿cómo podía lidiar, una niña de 12 años, con todo esto? pero no tenía tiempo de entrar en pánico, ya venía por mí.
Estaba muy confundida, no sabía a donde huir, pero sabía que no podía quedarme ahí. "Pum, pum, pum...!" Escuché sus pasos otra vez, y me decidí por hacer lo primero que pasó por mí mente en ese momento: correr.
Salí del closet en el que estaba escondida y me dispuse a bajar las escaleras. "Pum, pum, pum...!" Escuché sus pasos otra vez. Giré mi cabeza en todas las direcciones y no vi nada así que bajé las escaleras aceleradamente, tropezando un par de veces.
Estaba hecha un manojo de nervios, miedo y frustración. Solo me quedaba salir, huir de ahí.
Empecé a caminar hacia la puerta con sigilo para evitar crear sonido alguno. "¡Pum, pum, pum...!" Escuche sus pasos otra vez. Retrocedí con miedo hasta topar con algo, asustada, me di la vuelta lentamente.
Estaba ahí, lo veía, me fui alejando, un poco confundida por la expresión inteligible en su rostro. Paré en seco al darme cuenta que no era un 'él', era un 'ella', y peor aún, era una niña, de más o menos mi edad.
No sabía qué hacer, estaba ahí parada ante mí, con aspecto aparatoso, la sangre de mi familia en todo el cuerpo, cabello despeinado y un cuchillo en la mano.
Iba a matarme.
Pero de pronto lo sentí y entendí todo. El cuchillo cayó de mis manos y pude observar mi apariencia: estaba llena de sangre, sucia y con la bata rasgada.
Subí la mirada, hice un movimiento con mi mano derecha y ella también lo hizo.
Lo que estaba ante mí era un espejo.
No había nadie más en la casa aparte de mí ... o a menos no alguien vivo.
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