Reflejos escondidos: epílogo.
Subí las escaleras, tomándome todo mi tiempo, mientras tarareaba la canción de cuna que me cantaba mi madre todas las noches, me gustaba tanto como una película de terror a un niño de 3 años.
"Sleep my little Katty
dream with daddy
and with your mommy
until the morning."
Pasé primero por su habitación, lo dos estaban flotando sobre un mar rojo que desbordada hacia todas las direcciones. Me acerqué a ellos y les di, a cada uno, un beso de buenas noches. Su expresión me dejaba ver que no les había gustado mi beso, eso me molestó, así que me fui de allí, dejándolos solos en su descanso.
Quise ir a visitar la habitación del muñeco. Estaba en su cuna, la cuál tenía un extraño diseño de manchas rojas que iban desde ella hasta la pared y el piso, me miraba con los ojos muy abiertos, como si no entendiese lo que pasaba. Froté su pequeña cabeza, y no precisamente con cariño, y le di un beso en ella.
"Buenas noches, hermanito " le susurré al muñeco de porcelana.
Me alejé despacio de la cuna, le sonreí, y me fui a mi habitación. Tenía que quitarme la bata y esconderla, decidí dársela como almuerzo al monstruo bajo mi cama. Me duché, tenía apariencia de haberme zambullido en el mar rojo en el flotaban mis padres.
Al salir me puse el pijama más bonito con el que me he quedado, agarré el teléfono y me metí en el closet, era la hora de mentirle de nuevo a la policía.
"Sleep my little Katty
dream with daddy
and with your mommy
until the morning."
Pasé primero por su habitación, lo dos estaban flotando sobre un mar rojo que desbordada hacia todas las direcciones. Me acerqué a ellos y les di, a cada uno, un beso de buenas noches. Su expresión me dejaba ver que no les había gustado mi beso, eso me molestó, así que me fui de allí, dejándolos solos en su descanso.
Quise ir a visitar la habitación del muñeco. Estaba en su cuna, la cuál tenía un extraño diseño de manchas rojas que iban desde ella hasta la pared y el piso, me miraba con los ojos muy abiertos, como si no entendiese lo que pasaba. Froté su pequeña cabeza, y no precisamente con cariño, y le di un beso en ella.
"Buenas noches, hermanito " le susurré al muñeco de porcelana.
Me alejé despacio de la cuna, le sonreí, y me fui a mi habitación. Tenía que quitarme la bata y esconderla, decidí dársela como almuerzo al monstruo bajo mi cama. Me duché, tenía apariencia de haberme zambullido en el mar rojo en el flotaban mis padres.
Al salir me puse el pijama más bonito con el que me he quedado, agarré el teléfono y me metí en el closet, era la hora de mentirle de nuevo a la policía.
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