Recorrido.

Ahora no puedo hacer más que pensar en todo lo que eramos, todo lo que perdimos. En cuánto quería volver a esa época en donde la inocencia era lo más valioso que teníamos, y los abrazos de mamá nos hacían sentir tan especiales que creíamos poder salir a volar sobre el mundo, en donde la mayor hostia que podíamos recibir era ocasionada por el suelo cuando caíamos de la bici y el dolor se calmaba en tanto nos ponían una bandita y nos regalaban un dulce.

En donde nos creíamos esa de que papá era un monstruo que nos llamaba por teléfono, y que si nos portábamos bien Santa nos traería lo que quisiésemos. Cuando era tan fácil hacer un amigo en tres minutos, y no nos importaba ni su nombre.

Sin preocupaciones y sin angustias,
sin malicia ni malos tratos.

Cómo quisiera repetir esos momentos tan bonitos, 
en donde eramos felices y ni siquiera lo sabíamos.

Pero ahora sólo una imagen atraviesa mi mente, de la nada apareció tu hermosa sonrisa dibujada y tu dulce risa como atisbo en mi memoria. Tan bonita en mis recuerdos pero aún más bonita cuando me miras con ella. 

Ya es costumbre que al pensar en eso mi corazón lata desbocado hablándome en su propio idioma,
gritándome y doliéndome, 
al principio me atemorizaba el no saber por qué sucedía eso, hasta que entendí que sólo quiere hacerme recordar que contigo me sentía de esa manera.

Porque cuando estábamos juntos me sentía como un pequeño niño de 5 años esperando para entrar al parque, ansioso y emocionado, deseoso de ver eso que era su lugar favorito, como tú para mí. 

A ti que te conozco cada centímetro de la piel, y cada centímetro del alma. En donde puedo hacer un viaje rápido en bus, pero prefiero una caminata lenta y cuidadosa, donde me sé de memoria cada ruta y cada parada, cada sueño y esperanza viva y muerta en cada calle, y las comparto.

Las comparto porque tu y yo hicimos un mundo propio, en el que me diste todo lo tuyo, y como yo no tengo nada bueno que darte, te he obsequiado mi alma, que es lo más valioso que tengo. 

Y así siempre estaré contigo, con mi vida, con mi alma. Siendo toda tuya cada vez que lo necesites, aunque sea con esta pobre alma destrozada que está escondida dentro de ti, y cuando te canses de tener ésta carga contigo por tan dañada que está, guárdala en un lugar bonito en donde te recuerdes, porque quién sabe si algún día necesitarás de nuevo un consejo de este desastre que cree ser tuyo.

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